Adiós Morella

Como una rutina, siempre al salir de clases me iba a caminar un rato sola por el centro de la ciudad, era como el momento que tenía para mí, sin tener que entrar en tiendas que no me llamaban la atención pero solo por ir acompañada debía complacer a los demás ya que las cosas que me gustaban a mi comúnmente no eran las mismas que le gustaban a todos; yo prefería simplemente caminar y caminar mientras observaba a las personas como se emocionaban al ver un vestido o zapato en oferta que podían comprar, a los viejitos tomando un café y hablando de sus vidas, a los niños intentando comerse una barquilla que muchas veces terminaba en el suelo y luego recibían un regaño por haberse ensuciado todo, cosa que no me parecía justa porque siempre he pensado que comer una barquilla sin ensuciarse no es fácil y menos en una ciudad caliente; en fin, mi idea de ir al centro no era como todas las chicas, a ver ropa, zapatos y bolsos, pasaba de largo todas esas tiendas, solo me detenía en donde estuviese un grupo de música callejero o una librería.

Y hoy era uno de esos días en que andaba por el boulevard del centro viendo las librerías, entré en la que vi una gran mesa llena de libros y sobre ella un cartel que decía OFERTA en mayúsculas, por lo mismo era mi librería favorita.

Comencé a ojear los libros, leer sus resúmenes a ver cuál era más interesante y que estuviera acorde a mi presupuesto, estaba tan concentrada leyendo que no escuche que me hablaban al otro lado de la mesa, pero un momento después me sobresalte al escuchar un fuerte HOLA, miré de dónde provenía la voz, casi oculto por los cerros de libros, estaba un señor en silla de ruedas, a quien era primera vez que veía, pero no está de más saludar de vez en cuando a personas desconocidas; así que decidí devolver el saludo, pero como soy de poco hablar seguí ojeando los libros.

El señor por alguna razón estaba decidido a conversar y me preguntó mi nombre y le contesté, y el respondió muy encantado: 

  • ¡Qué bonito nombre, me gusta! Pero te voy a poner de nombre Morella, porque tienes cara de Morella, sí Morella, ¡ese será tu nombre!

Yo simplemente sonreí y pensé en lo extraño de la situación, pero mi pensamiento fue interrumpido al ver lo que él hacía mientras hablaba, se levantaba un poco de su silla de ruedas y lanzaba un libro y se sentaba, repitió esto como tres veces y luego se me acerco, me dio la mano y se fue despidiéndose con un

  • Adiós Morella

No sé por qué una persona decide cambiarle el nombre a alguien que no conoce y que seguramente nunca más volverá a ver, quizá solo para distraer a los dueños de la librería y hacer lo que tenía planeado, no lo sé y no lo sabré, pero sí sé que ese nombre lo haré mío tal como el hizo suyo esos libros.

Att. Morella.

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